
Dicen que la llevo en las venas (mi abuelo fue músico y comentan que muy bueno) pero la he mantenido ahí dentro, y no la he dejado salir, más que en mi coche, en el karaoke casero con mis hermanas, en mi teclado Casio cuando me acuerdo de él y en la ducha (sí, canto en la ducha).
Mi relación con la música, empezó muy temprano. Mi madre dice que me aprendí los Recopilatorios Rojo y Azul de los Beatles, antes de saber una palabra de inglés. También me cuenta, que cada vez que escuchaba desde la cuna, “Así hablo Zaratustra” (de Strauss) sonreía, abría mucho los ojos y daba la impresión de que seguía la melodía con la cabeza...(a mí no me parece que esa obra sea precisamente, música para bebés, pero bueno...).
Lo que tengo claro, es que la música forma parte de mi día a día, desde que me levanto. Si el día funcional tiene unas, mas/menos 17 horas, 13 horas las paso escuchando música.
Tengo varias espinitas clavadas. En su momento, mi familia, mi abuela, sobre todo, quería apuntarme al Conservatorio de Madrid. Me debió pillar la edad del pavo-adolescente, porque renegué de todo, alegando que ya estudiaba demasiado, que quería disfrutar de mi tiempo libre con mis amigos, y demás patrañas hormonales en la época..., qué idiota! En su defecto y porque supongo que confiaban en que cambiara de opinión, me regalaron el susodicho simulacro de piano. Con él, me limitaba a imitar lo que salía en ese momento por el aparato de música, con las variaciones que creía oportunas.
Me dieron otra oportunidad, apuntándome a guitarra española. En mi defensa diré, que el que no llegara a nada en este caso, no fue culpa mía. Aunque hubo algún momento estelar en la misa del Gallo, del año en cuestión y diversos conciertos en el Salón de Actos del colegio. La profesora era un fiasco que nos hacía ser unos “rasca-panzas” y poco más. Ni un mísero punteo. El inicio memorable de Stairway to heaven, y otros temas, ya los aprendí muy mayor...
Continuará.P.D. La culpa de esta entrada y las que vengan sucesivas, la tiene el que ayer no fuí capaz de subirme a un escenario a cantar Lucía, de Serrat, en la sala Zanzíbar, en compañía de algunos amigos y otros simpáticos desconocidos.
2 comentarios:
La música si que es fundamental y no las boinas, aunque a menudo, yo soy de los que opinan que no existe música mas hermosa que el silencio.
El próximo sábadete tengo cita para hacerme dos tatus . Uno en la mano derecha con una "clave de sol " y en la izquierda una "clave de fa".
Me mola el del blog.
Se lo comentaré a mi tatuador a ver que me cuenta...siempre que no tenga que pagar derechos de autor
ZuKo
Publicar un comentario